miércoles, 18 de agosto de 2010

El mejor de los mundos


Llegué a un viejo edificio de departamentos. Subí al tercer piso y mientras buscaba el número al que me dirigía vi que en una puerta estaba pegado un papelito con un mensaje claramente escrito y decía así: Este es mi mejor mundo, puesto que tú lo habitas. Firmado: L. La imaginación me tomó de un ala, como decimos, y vi a un muchachito que tímidamente extrajo de su saco un pedacito de papel y un trozo mínimo de adhesivo y lo pegó en la puerta. ¿Qué sucedió cuando la niña de sus sueños leyó dicho mensaje? No sé ,pero puedo seguir tomado por la imaginación y ver que, para esa niña , fue el nacimiento de un Mundo Nuevo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Inevitablemente


Sorprendente es la infancia de todo ser humano pero al olvidarse de ella prontamente se pierde una magnífica oportunidad para descubrir a la gran fuente de inspiración para vivir. Hubo un niño pequeño, amante de los libros quien le preguntó a su padre: ¿Por qué nos apellidamos Borges? El padre le contestó: Ese apellido lo heredamos. Ese niño convertido en hombre, más amante de los libros que antes, dijo un día –a propósito del apellido- :  "Cada mañana me levanto y siento que inevitablemente llevo el apellido de Borges" encima. Hay una sutil intuición que les dice a los niños que ellos son algo más, mucho más que el apellido que han recibido. Saben que son seres humanos. Pero el apellido, con su fortuna o infortunio de imagen que acarrea -desde generaciones atrás-    condiciona a los niños en su manera de ser y estar en el mundo. Esos niños, llegados a adultos, pueden resolver el asunto de su apellido y trascender su significado y otros naufragan en el intento.

- Fotografía: Jorge Luis y su hermana Norah

sábado, 14 de agosto de 2010

La Quintaesencia


Las personas agradecidas como aquellas que reconocen el valor de las demás personas y lo expresan me caen bien, muy bien. Esta preferencia la aprendí, como otras tantas actitudes, de mi padre y de mi madre quienes tuvieron una expresión en común. Solían decir algo así como: Te fijaste, Merceditas es la quintaesencia de la bondad. Yo no tuve ninguna duda de la bondad de la tía Merceditas. Lo que no entendí fue eso de la Quintaesencia. La quinta esencia se traduce del latín como el quinto elemento o esencia y deriva, a su vez de la creencia griega y de la alquimia medieval en la más pura esencia de una substancia. Así, cuando aplicamos la Quintaesencia, hablando de personas, es el más alto calificativo de que les podemos dar.

viernes, 13 de agosto de 2010

La geometría de la amistad


La amistad está asociada íntimamente con el inmenso mundo de los sentimientos La amistad está asociada también con las imágenes, las ideas, las creencias.
Por consecuencia tenemos fotografías, pinturas que evocan a la amistad.
Las ideas filosóficas, religiosas y políticas discurren como naves en el anchuroso río de la amistad.
Por lo contrario, es menos frecuente asociar a la amistad con la geometría tridimensional. Sucedió que un día le pregunté a mi abuelo materno que me explicara cómo era la amistad. Mi abuelo tomó su tiempo y sin palabras ahuecó las palmas de sus manos como quien ha torneado un cuenco de arcilla y me dijo: la amistad, desde siempre, es cóncava. Cuán grande ha sido mi sorpresa al ver una felicísima coincidencia pues, preguntado Jorge Luis Borges por un periodista sobre la amistad le dijo: Entre todas las formas geométricas la amistad es cóncava.

jueves, 12 de agosto de 2010

El otoño en estas tierras


L a estación de la plena sazón.  La estación compañera del sol maduro.

En estos días,
las viñas se derraman
y los manzanos doblan la espalda por tantos frutos, mientras
las abejas sienten la suave borrachera de la miel que escurre en sus celdas -bajo el ardor del sol que parece interminable- así como los días.

Levanto los ojos, una bandada de golondrinas pasa como una suave ola celestial y deja una estela audible de inolvidables trinos

miércoles, 11 de agosto de 2010

Aritmética y geometría

Mi abuelo me enseño las dos primeras operaciones básicas de la aritmética en casa y me fueron útiles, así como leer y escribir, mundos todos en los que él me invitó a seguirle. De mi padre aprendí la aplicación práctica de esas operaciones básicas .Una tarde lluviosa de verano después de jugar al Monopolio - o intento de volverse millonario con la compra de bienes inmuebles- me dijo: La vida es sencilla: suma bienes verdaderos, procura no restar, cuida el multiplicar los bienes para que luego puedas dividir y compartir. Esa condensación aritmética existencial ha perdurado en mí vida .De manera similar un día mi abuelo me mostró las figuras tridimensionales básicas: Cubo, Cilindro, Esfera y Pirámide. Para que esos volúmenes elementales y fascinantes se me quedaran grabados me dijo: El Cubo es el homenaje a lo práctico o “dos por dos” son cuatro. El Cilindro te recordará que existe el micro mundo y el macro mundo, la altura y la profundidad. La Piramide te llevará a reunir tus fuerzas y dirigirlas a un propósito trascendente como el Cielo mismo. La esfera es la reunión de todo en Uno y el Uno que es la suma de todo. He aquí una síntesis de mi aprendizaje de la vida elemental: la sabiduría de la aritmética existencial y la geometría trascendental.

martes, 10 de agosto de 2010

Después


Pasada la fiesta alguien limpia la casa. Pasada la guerra alguien levanta muertos, levanta escombros, levanta obsesivamente nuevos sueños sobre campos verdes y niños jugando despreocupadamente. Esta tarea lleva siglos en la historia del mundo. Alguien limpia la casa, alguien levanta a los muertos y retira los escombros. Lo tremendo es que desde hace más de medio siglo salió de la mente enferma de algunos in humanos un arma que hará el trabajo definitivo. Después de esa arma ya nadie limpiará la casa porque no habrá fiesta. Después de esa arma ya nadie levantará más muertos, ni levantará más escombros, ni habrá más sueños sobre campos verdes y niños jugando despreocupadamente

-In memoriam . Hiroshima y Nagazaki,1945-2010 (65 aniversario)

sábado, 7 de agosto de 2010

Edificio con ochava y rayuela


Desde siempre me han intrigado los edificios clásicos con ochava, es decir aquellos que cuenta con una planta baja y siete pisos rematados por una cúpula .Estos hermosos edificios solía levantarse en las esquinas de las amplias y arboladas avenidas. Los pisos están conectados por una escalera de caracol. Las miradas interiores de los departamentos confluyen en el vacío que tiene, en el fondo, un patio donde suelen jugar los niños durante el día, enamorar los adolescentes de noche o y los viejos juegan a la baraja los domingos por la tarde. Me asomo. Me asombro. Ahí están dos niños de pantalón corto, botines y camisas abrigadas, juegan a la rayuela mientras se arrinconan las hojas otoñales que han descendido a ese patio, su última morada. Ellos gozan de su ascenso al Cielo, de brinco en brinco, mientras en el primer piso el viejo profesor se lleva una taza de humeante expreso a los labios con fino temblor y en el segundo suena la olla exprés que está cociendo lentejas. El tercer piso tiene unas cortinas, como niebla del puerto, y deja elevarse hasta los cielos, las notas del amor de una pareja, en el cuarto piso está un bebé que suda fiebre en su cuna. En el quinto las ventanas, de par en par abiertas, exhalan aroma a ropa recién lavada y planchada. El sexto es el de una anciana que retira las hojas secas de su geranio y en el séptimo vive un viejo colega y su mujer en fotografía –pues aunque ella hace siete años que murió- sigue ahí. Su invitación me ha permitido ver el horizonte de azoteas con mil historias, el Rio de la Plata lento y rumoroso y la intimidad confluyente de las miradas en ese pequeño patio de cuatro por cuatro donde aún siguen dos niños de pantalón corto, botines y camisas abrigadas, juegan a la rayuela mientras se arrinconan las hojas otoñales que han descendido a ese patio, su última morada y están a unos segundos de llegar al Cielo…



jueves, 5 de agosto de 2010

De orilla a orilla


Hay una serie de movimientos llamados pendulares que desde siempre han cautivado a la curiosidad humana y entre los cautivos de esa curiosidad me encuentro desde los primeros años de mi vida. Veamos al mar y su eterno oleaje que como viene, va y vuelve,  lo que una vez fue. La primera vez que escuché mi voz lejana y cercana, llamada eco, fue en una cueva con petroglifos en un  navegar de los tiempos. Puede suceder que un movimiento pendular tarde años en hacer su viaje de retorno y, entonces estamos ante la conmovedora vivencia que le llevó a Meira Delmar a escribir unas líneas que son inolvidables:

Un breve instante se cruzaron
tu mirada y la mía.
Y supe de repente
-no sé si tú también-
que en un tiempo
sin años ni relojes,
otro tiempo,
tus ojos y mis ojos
se habían encontrado,
y esto de ahora
no era más que un eco,
la ola que regresa,
atravesando mares,
hasta la antigua orilla.

-Inspirado por Meira Delmar (1921-2009) Reminiscencia.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Muertas en vida

Las alumnas de secundaria llenaron a su maestra de literatura con numerosas preguntas que comenzaban casi siempre con un ¿Cómo será…? De pronto una de las alumnas le miró a los ojos y le preguntó: ¿Cómo es sentirse muerta en vida? La maestra, con muchas horas de vuelo en la vida, dejó salir estas palabras suavemente, hondamente: No tenemos sonrisas, somos como rocas sin olas. La sonrisa es muestra de estar viva y qué desolación una roca marina sin olas y olas que no tengan a una roca donde llegar. Si así fuere es señal de que tal vez ya no existimos.

-Inspirado por Nina Cassian.Lucidez,1957

martes, 3 de agosto de 2010

Eso que llaman volar

Los humanos, desde hace unos 150 mil años en que aparecieron los primeros homo sapiens sapiens, hemos abrigado deseos, muchos deseos. Entre ellos están aquellos que tienen que ver con hacer realidad lo que nuestra propia naturaleza no nos permite. Por ejemplo, correr sobre la superficie de la tierra a grandes velocidades, navegar en las aguas y elevarnos por los libres cielos. Después de muchos intentos hoy tenemos autos, barcos y aviones. Podríamos preguntar: ¿qué más podemos desear?. Sin embargo, la aviación moderna con todo lo rápida que es, sigue estando muy lejos de esa placidez y bonanza que tiene un ave al volar y que desde la altura divisa campos y mares, bosques y llanos, desiertos y costas. Viajar en avión se ha vuelto algo muy serio, terrorífico, a veces, por los controles anti terroristas y después tu equipaje lo huelen los perros y gente que no conoces mete la mano entre lo más intimo y querido que lleves. Por si esto fuera poco, los avisos antes de despegar se refieren íntegramente a eso que no deseamos jamás: caer en tierra o en medio de la nada del mar, sin olvidar la lista de los “No”. No teléfonos, no computadoras, no navajas, no lociones, etc. Por último, la sensación de estar dentro de ese tubo de aluminio y vidrio con escaso movimiento personal, es decir, asardinado, termina sin más pena ni gloria que el clásico anuncio: En breve aterrizaremos y otra andanada de anuncios. ¿Donde quedó el sueño y el gozo de elevarse en las alturas, silenciosamente y divisar la curvatura de nuestro pequeño planeta azul en el horizonte? Quedó en el siglo 19, el siglo de los globos voladores sin más comodidad que una canastilla de mimbre con un barandal y que cada viajero llevaba de pie, un matambre y algo caliente para beber.

lunes, 2 de agosto de 2010

De pie sobre un puente


Estar de pie sobre un puente, qué más da si es de piedra, de madera, de acero, de cuerdas tejidas. Qué más da si el abismo es grande entre las dos orillas o si la altura nos llama al vértigo o a zambullirnos en el agua o sólo en un fondo seco y pedregoso. Sea como fuere estoy de pie sobre el puente y sobre la historia humana que lo construyó. Qué fácil es cruzarlo de un extremo a otro. ¿Cuánta imaginación, trabajo, vidas humanas están escritas, escondidas, en cada centímetro cuadrado de su construcción? Como tantas cosas en este mundo es muy poco lo que sabemos -la inmensa mayoría de los seres humanos- sobre el ingenio y la ciencia aplicada para construir un solo puente y cuán fácil se me hace cruzarlo.

De pie sobre un puente



Estar de pie sobre un puente, qué más da si es de piedra, de madera, de acero, de cuerdas tejidas. Qué más da si el abismo es grande entre las dos orillas o si la altura nos llama al vértigo o a zambullirnos en el agua o sólo en un fondo seco y pedregoso. Sea como fuere estoy de pie sobre el puente y sobre la historia humana que lo construyó. Qué fácil es cruzarlo de un extremo a otro. ¿Cuánta imaginación, trabajo, vidas humanas están escritas, escondidas, en cada centímetro cuadrado de su construcción? Como tantas cosas en este mundo es muy poco lo que sabemos -la inmensa mayoría de los seres humanos- sobre el ingenio y la ciencia aplicada para construir un solo puente y cuán fácil se me hace cruzarlo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Leer,escribir,traducir


Mi infancia no sería la que fue sin la presencia de mi abuelo que me enseñó a leer en las hojas de diario El Pueblo y sin un maestro de literatura que me permitió ver el largo camino de la piedra áspera de las alturas cordilleranas . Bajo la suavidad intensa, perpetua, de las aguas del rio se convierte, al final del camino, en un canto rodado -que, sin perder su entereza, ofrece una suavidad como el agua misma. Leer, enseñar a leer al que no sabe. Escribir, enseñar a escribir a quien no sabe. Tareas formidables como la del canto rodado. Hay otra tarea titánica, traducir, para quien ignora, una carta de amor a otra lengua. Viene a mi mente la profesora retirada quien, en la estación central de los ferrocarriles en Rio de Janeiro, -sentada en un banquito sostenía en sus piernas una vieja máquina de escribir para dar a luz las cartas soñadas y rumiadas por los campesinos y las sirvientas –ágrafas, analfabetas- Viene a mi mente el joven Julio quien se hace cargo de la oficina de una amigo traductor sin título profesional y ahí conoce Freddy Guthman quien cobraba cinco pesos por escribirles unas cartas en inglés o en francés a cuatro o cinco prostitutas amigas que recorren la zona del puerto . Al joven Julio le parece interesante esa práctica de traducción, esa práctica de empatía psicológica con los sentimientos de las mujeres y durante un año consideró que sería cruel privarlas de ese servicio. Escribir, finalmente, es una traducción de las íntimas experiencias vividas puestas en el cauce de los vientos y en el cauce las aguas.