jueves, 26 de marzo de 2015

El caminante, Viktor Frankl



Hace 110 años  ,un 26 de marzo de la incipiente primavera vienesa,  vio la la luz primera de la vida un niño quien fue llamado Viktor Frankl. Pasaron 92 años de una luminosa vida y sobre ella se ha escrito no poco y merecidamente.Su huella en nuestro humanidad es amplia y honda. Tomo pie de la palabra “huella”. La huella es  la impresión que dejan nuestros pasos y nuestro andar sobre la piel de la tierra. De manera metafórica ,la “huella” es la trascendencia de nuestra vida y de nuestra obra en medio de nuestros hermanos mayores y menores. Guardo muy viva ,en mi, la imagen de Viktor como "caminante". De manera literal disfruté con él ese paso - no largo ni corto- pero sí enérgico y entusiasta en las calles vienesas y en las montañas tirolesas.  Viktor no fue un sedentario en modo alguno. Lo recuerdo en  movimiento desde sus clases universitarias  siempre de pie y sus conferencias donde aprovechaba la menor oportunidad para ponerse de pie y compartir su pensar y sentir con marcador  en mano -tiza,gis-  y pizarrón.Alguna vez me comentó: "Caminar y moverse es la expresión de nuestra libertad,duro moverse y caminar forzadamente " -recuerdo de su cautiverio. Su caminar por la vida fue en la libertad de los espacios abiertos -con ese gozo recobrado una mañana primaveral del 27 de abril de 1945 Viktor,no solo caminó sino que cruzó el Atlántico unas cien veces en su vida.Caminar sueltos y por momentos tomándome del brazo, caminar en el Prater -el antiguo parque de los jesuitas-  o rumbo al centro de Viena, le pintan como un hombre de a pie. Caminó, empleó el transporte público y fue el escucha atento y sensible  de las aspiraciones de sus contemporáneos.  Viktor, el caminante incansable con su luminoso  "sentido de orientación" -lo que hoy diríamos un GPS existencial - que no desmayó ,para bien nuestro.


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