miércoles, 12 de julio de 2006

Cartas del Desierto
Guillermo Pareja Herrera
El anciano hombre del mar



Don Mateo es el Anciano hombre del mar. Vive en el desierto. Ha navegado estas llanuras llevando cabezas de ganado ajeno de norte a sur y de oriente a poniente. Nunca está en el mismo lugar por mucho tiempo. Es un trashumante. Es el Proteo de este mar. Sí, ya es anciano como fue quien vivió en los mares griegos y fue el pastor de los rebaños de focas. Proteo se sumergía en las profundidades y predecía el futuro. Mi querido Don Mateo hace lo mismo. Conoce cada cañón, mesa, aguada, arroyo y quebrada de esta tierra. Y cuando mira al cielo callado lee a las nubes y a las lluvias. Anuncia el frío y el calor, los vientos y el granizo. Este Proteo de desierto se transforma y si un día lo encuentro polvoriento y sudoroso, llegado el domingo casi no lo reconozco. Se alisa el mostacho, bañado, rasurado con su tejana y botas picudas impecables y se fuma unos Faros, plácidamente, en la banca afrancesada del pueblo. Este Proteo nuestro se transforma en hoguera y guitarra o te lo encuentras al medio día convertido en ojo de agua, oro cristalino en estas soledades. Don Mateo proteico habla poco y ve el futuro porque conoce muy bien el pasado que se ha ido de la memoria de muchos entre el viento, la arena y el tiempo.



No hay comentarios: