Pasamos un tercio de nuestra vida con una creencia. Esa creencia dice así: Has nacido para elegir entre tal o cual, entre lo blanco o lo negro, a este hombre o a esta mujer. Y eso es aceptable y común. Pero sucede que un día, un hombre y una mujer, tal vez Julio y Maga, en algún rincón del mundo, en una panadería, en un concierto escuchando el Emperador de Beethoven, paseando junto al lago, un día, descubren un tipo de felicidad que dice así: Felices los que eligen, los que aceptan ser elegidos.[1] Sí, qué dicha es andar distraído por la vida y sentir que el amor te ha elegido a ti y sólo necesitas detenerte, tomar aire y exhalar un Sí al viento.
[1] Inspirado por Julio Cortázar
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