Algo más para la lista. Comenzamos con la destrucción del Centro mundial del Comercio y su templo en las Torres Gemelas y le siguió la invasión mortífera en Irak y Afganistán. Huracán pavoroso en Nueva Orleans y tsunami apocalíptico en Indonesia. El calentamiento global no se ha detenido y la burbuja autodestructiva del sistema capitalista basado en el lucro especulativo ha explotado y se ha quedado sin nadie a quien echarle la culpa más que a sí mismo.Parálisis, quiebras, devaluaciones, pérdida de empleos, violencia, narcotráfico , inseguridad son los frutos regados por el mundo. A este panorama ya desolado le sumamos ahora una epidemia de influenza porcina que amenaza y puede convertirse en pandemia. Todo este racimo de calamidades naturales y causadas por nosotros mismos nos vuelve a la meditación en la fugacidad de la vida, en la fragilidad de la existencia. Un simple virus puede eliminarnos. Con humor negro hay alguien que saldrá ganando de este azote y se ríe entre dientes con una paciencia sorprendente: las moscas. Ellas han sido, son y serán las vencedoras finales y se posarán sobre nosotros cuando nuestra mirada se apague y nuestro oído se cierre.
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