Anoche, cosa rara, estuve viendo un partido de futbol en la tele. Pasaron casi los 90 minutos y no llegaba el merecido gol para los locales hasta que llegó y la cámara se detuvo largamente en las caras de los hinchas, fanáticos, seguidores, amigos y enamorados del equipo ganador. Ese fue para mí el verdadero espectáculo y he llegado a la conclusión de cómo el gozo y la alegría nos hermana y hasta cierto punto nos homogeniza. Por lo contrario cuando se trata de tristeza, la cara de la tristeza de cada cual es diferente y aunque fuera una misma la causa de la tristeza, cada ser humano es muy diferente al mostrarla. Pero he aquí que, cuando el balón corta el aire y penetra en la portería estalla la ola de la alegría, los rostros se hacen uno, las gargantas gritan como una, y todos nos sentirnos por un instante, aunque sea por un instante UNO realmente -a diferencia de ese UNO prometido y anhelado por filosofías, partidos políticos y religiones varias…
No hay comentarios:
Publicar un comentario