miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un granito de incienso


A veces, suele suceder que estamos muy atentos a nosotros mismos y hasta exageramos la importancia que le damos a nuestra persona. Una manera de atemperar esa percepción y acercarme al punto medio la encontré en la experiencia de Marco Aurelio en sus célebres Meditaciones cuando vivió junto al río Danubio en la antigua Vindobona conocida como Viena. Una tarde tomó como inspiración el aroma del incienso y escribió: Muchos pequeños granos de incienso se encuentran sobre el mismo altar; uno se consumió antes, el otro más tarde; y nada importa la diferencia.

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