Nuestras vidas están salpicadas por fechas que van jalonando nuestro paso por el mundo. Una de ellas, la de nuestro nacimiento, tuvo la peculiaridad de no contar con nosotros conscientemente del instante de nuestro nacer. Pese a ello hay una expresión familiar en nuestro desierto que dice: Dos grandes días en la vida de una persona siempre serán: El día en que nació y el día en que descubre para qué nació. Nuestra verdadera adultez, conciencia y sabiduría comienza cuando nos damos cuenta y descubrimos para qué estamos en este mundo. Es un segundo y verdadero nacimiento digno de una gran celebración. A partir de ese momento nos convertimos en personas que tienen en sus manos el control de la dirección de su propia nave para llevarla a buen puerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario