sábado, 24 de septiembre de 2011

Sueños y palabras

Desconcertante, prenumbroso, inquietante es despertar con la sensación de haber vivido un sueño luminoso y olvidarlo cuando la claridad inevitable se anuncia en la ventana. Pasa con los sueños como con las palabras en la vigilia: tener la palabra justa en la punta de la lengua o cerca de ella y no poder expresarla. Los silencios, los vacíos de la memoria nos dejan con la sensación indubitable de que somos en alguna medida, desconocedores de nosotros mismos y  no tenemos el control de nuestros propios sueños, de nuestros pensamientos y de nuestras palabras oportunas y justas. Suena ridículo decir: Digo lo que quiero y cuando quiero. La verdad es que también somos como infantes balbuceantes cuando nos acercamos a estos mares interiores de silencio y desconocimiento.

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