jueves, 22 de diciembre de 2011

Trilogía juguetona


Mi infancia es impensable sin una trilogía que fue mi delicia y magia: el trompo, el balero y el yoyo. Trompo hecho de madera de lloque famosa por su dureza y como el balero y el yoyo fueron  hechura del viejo torno de una carpintería a la vuelta de mi casa paterna - colindante a un recoleto parquecito franciscano lleno de jacarandas –con su inigualable alfombra de flores de un  lila alucinante. Entre los gozos que me dejaron esos sencillísimos juguetes comprados con el ahorro semanal, está el balero. Hoy he  contemplado a unos niños y niñas absortos en esa magia. Resultaba ser que al terminar las clases en mi colegio, tomaba el balero del fondo de mi bolsón de cuero. Era tal la absorta concentración en el vaivén que, para mi sorpresa me veía, en un parpadear, ante la puerta de casa. Muchas veces me pregunté ¿dónde quedó el trayecto entre mi colegio y la casa de mis padres? Sólo recuerdo ,vivamente, que mi mente, respiración, mirada, pasos, y el balero mismo se convertían en un todo armonioso y perdía la noción del tiempo y sus minutos, del espacio y sus pasos. Hoy me sonrío al ver cómo se ha popularizado una metodología llamada de Atención plena o Mindfullness, en inglés  -para ayudar a la multitud millonaria de seres humanos que padecen de una crónica desatención. Aunque ,bien dicho, esta atención plena a cada ínfimo detalle, es lo que el Buda recomendaba hace más de 2500 años -como el inicio o primer paso para hacer el viaje por este mundo de manera consciente, responsable, creativa y juguetona. Gracias querido trompo, balero y yoyo que me enseñaron jugando y jugando aprendí a darme cuenta,atentamente, de cada instante de esta maravilla llamada…Vida.  

No hay comentarios: