jueves, 12 de enero de 2012

Un ladrillo

Biblioteca,tiempo de guerra
En un paseo inolvidable entré en una sombría librería de libros usados, viejos y raros. No tardé en ser sorprendido por una admonición que, si mi memoria no flaquea, decía así: Seleccionamos libros usados, viejos y raros y damos precios accesibles. No permita que los libros vivan cerrados, sin ser útiles, porque se convierten sólo en un ladrillo de hojas. Regálese un libro. Haga feliz a alguien con un libro.[1] Gran verdad es que los libros son seres vivos que viven para ser útiles, para que descubramos y viajemos sobre las alas de la imaginación. Si permanecen cerrados, tristemente, en aburridas bibliotecas, nada les distingue de lo inerte.







[1] Allá en Av. Santa Fe. Buenos Aires.

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