martes, 21 de febrero de 2012

Los días, la luciérnaga, el viento

Mi abuelo me enseño a leer, mi madre me enseño a gustar de la sonoridad de la lectura, su ritmo y sentido. Mi escuela me llevó de la mano al mundo de la literatura y de la poesía que es la forma de mirar y preguntarse por el mundo, la historia, el sentido de la vida y de todos los temas humanos. Veo con alivio que la niñez, la adolescencia, es el tiempo maravilloso para sentir las preguntas poéticas que más tarde la ciencia intentará resonder.Recuerdo con cariño a José Emilio Pacheco cuando nos dio un ejemplo. Un niño pequeño nos pregunta: ¿Adónde van los días que pasan?' Allí está la poesía. Son los niños quienes comprenden mejor la poesía de manera directa sin rodeos, en lugar de las explicaciones enciclopédicas que los duermen. También comentaba el buen José Emilio cómo un niño comprende casi instantáneamente  la luminosidad de los haiku como: Al huir, la luciérnaga dejó el viento en mi mano".

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