Un comerciante
volvió a casa en la que estaba su negocio. Lo encontró incendiado y se
conmocionó de rabia, dolor e indignación. Lo más terrible fue que encontró el
cadáver de un niñito ya calcinado y no dudó en pensar que era el de su hijito.
Se arrancó los pelos de la cabeza, se daba golpes contra el pecho y lloró
amarga y desconsoladamente. A los pocos días hizo la ceremonia de cremación del
cadáver del niño pensando sin dudar que fuera el de su hijito. La verdad fue
que los ladrones se llevaron preso a su niño y el que murió calcinado fue otro
niño que anduvo en la tienda en esos
momentos. El hombre guardó un puñito de cenizas en una bolsita de terciopelo.
Un día su verdadero hijito escapó de sus secuestradores y volvió a casa en la
madrugada y llamó a la puerta y dijo: Papá soy tu hijo. Pero el padre contestó:
No seas malvado y no finjas que eres mi hijo. Mi hijo murió calcinado y aquí
tengo sus cenizas en una bolsita. Sólo pretendes torturarme. Mi hijito murió
hace tres meses. El niño insistió llamando a la puerta y llorando pero el padre
no creyó.El niño, desconsolado, dejó de insistir y se fue y el hombre perdió a
su hijo para siempre por causa de su creencia que no se atrevió a someter a una
crítica. Así nos sucede a los humanos cuando nos casamos con ideas que no
pasamos por el tamiz y dejamos la puerta cerrada a personas, cosas o ideas.
Para nacer como para partir de este mundo visible es donde tenemos las ideas
más sólidas y aferradas y ahí suele estar la causa de nuestro sufrimiento.[1]
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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