Como abejas
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GPH |
Dado que
los seres humanos aprendemos casi simultáneamente a caminar y a proferir
palabras parece que en nuestra conciencia está la creencia de haber nacido
hablando. Pues no, proferir palabras y además palabras articuladas en un
discurso, con un propósito, con una sentido es todo un arte . Bien sabemos, por
experiencia, que a veces la conexión entre el cerebro, la lengua y los
sentimientos se altera y decimos lo que no creemos, decimos lo que no sentimos
y decimos tales palabras cuyo resultado es el daño de otros seres humanos. Con
la proverbial sabiduría , las maestras en las escuelas toman ejemplos del libro
abierto del desierto -como la profesora
María Luisa quien, refiriéndose a la responsabilidad que tenemos al decir
palabras nos recordó: Las palabras son como las
abejas: tienen miel y aguijón. El
aguijón es una punta casi microscópica pero los efectos pueden llegar a ser
mortales
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