martes, 20 de mayo de 2014

Como abejas


GPH

Dado que los seres humanos aprendemos casi simultáneamente a caminar y a proferir palabras parece que en nuestra conciencia está la creencia de haber nacido hablando. Pues no, proferir palabras y además palabras articuladas en un discurso, con un propósito, con una sentido es todo un arte . Bien sabemos, por experiencia, que a veces la conexión entre el cerebro, la lengua y los sentimientos se altera y decimos lo que no creemos, decimos lo que no sentimos y decimos tales palabras cuyo resultado es el daño de otros seres humanos. Con la proverbial sabiduría , las maestras en las escuelas toman ejemplos del libro abierto del desierto  -como la profesora María Luisa quien, refiriéndose a la responsabilidad que tenemos al decir palabras nos recordó:  Las palabras son como las abejas: tienen miel y aguijón.  El aguijón es una punta casi microscópica pero los efectos pueden llegar a ser mortales

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