En estos días, como desde el inicio de la humanidad, se escucha el redoble de tambores y el olor a pólvora, pero en escala desmedida que hace temer que, en un rapto de ofuscamiento, podamos vivir un nuevo cataclismo nuclear como ya sucedió en agosto 6 y 9 de 1945 cuando los Estados Unidos borraron del mapa a dos ciudades japonesas con todos sus habitantes sin distinción en un horno que los calcinó en segundos y dejó secuelas cancerosas hasta el día en que escribo esto.
Nadie nos puede garantizar que volverá a suceder y nadie nos puede garantizar que no sucederá.
Volvemos al mismo punto de partida: depende de nosotros y eso nos hace ,curiosamente, más fuertes y atenidos a nuestra responsabilidad y no a fuerzas externas o extrañas que no controlamos. En una palabra, el destino de nuestro planeta para 2017 es responsabilidad de nosotros los humanos.
Con su estilo inigualable Carl Sagan anotó: "... como los antiguos fabricantes de mitos sabían, somos hijos por igual de la tierra y el cielo. En nuestra permanencia en este planeta hemos acumulado un bagaje evolutivo peligroso:propensos a la agresión y el ritual, sumisión a los líderes, hostilidad hacia los extranjeros, todo lo cual pone nuestra supervivencia en duda. Peor también hemos adqurido pasión por los demás, el amor por nuestros hijos , el deseo de aprender de la historia y la experiencia, y una gran inteligencia apasionada; herramientas claras para nuestra supervivencia y prosperidad. Mas qué aspectos de nuestra naturaleza prevalecerán es...incierto."
No hay comentarios:
Publicar un comentario