y nos vamos familiarizando
con el morir y con la muerte.
Cuando alguien querido se muere,
nos asalta, a veces, una pregunta
¿lo amaste, lo cuidaste, lo ayudaste,lo perdonaste?
Si la respuesta es un No, solemos sentirnos a veces
en faltante, en deuda, en culpa.
Pero cuando se muere un defecto nuestro o
hacemos que se muera, la cosa es diferente y
Victor Hugo nos hace un regalo con
un guiño de buen humor e ironía,
que nos hace sonreír levemente:
"...te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable"
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