El silencioso y metódico filósofo de Königsberg
Immanuel Kant, grande entre los grandes nos hizo un regalo
que es un cimiento para la paz y la convivencia entre los
seres humanos.
Kant nos explicó que hay tres reinos en el deseo de conocer la realidad.
El reino de la "opinión" donde "yo opino" que es mejor el Barcelona que el Real Madrid.
Mi opinión es respetable pero yo no la puedo imponer a nadie pues se fundamenta en
mis gustos y preferencias. Igual si digo que es más rico el chocolate que la vainilla.
El reino de las "creencias" donde "yo creo" que es mejor ser de derechas que de izquierdas
y mi creencia es una convicción personal firme que tengo - basada en ciertos hechos y no sólo
gustos- pero, aún así, no la puedo imponer a los demás y , si acaso, puedo invitar pero nada más.
El reino de las "ciencias" donde "yo conozco, compruebo y demuestro" está basado en hechos sometidos a comprobación,de carácter universal. Las ciencias exactas, la matemática, tienen la
misma validez en cualquier parte del mundo.
Cuánta sangre derramada se podría haber evitado si en el mundo hubiéramos exigido que los gobernantes, en turno, fundamenten sus decisiones no en opiniones, no en creencias, ni en encuestas
de falsa metodología, sino en "comprobaciones científicas imparciales"
La historia del siglo 21 ha acuñado con sangre que una de las guerras más atroces se originó
en un odio viejo revestido de una afirmación sin base conocida como : "Hay armas de destrucción masiva", cuando en realidad fue la excusa para una oscura intencionalidad de poder y despojo.
A veces pensamos que un filósofo es un ser alejado de la realidad, pero en el caso de Kant, nos dio herramientas que trabajan para la paz, pues el "conocimiento "que es un rasgo que nos distingue frente a otras especies, puede ayudarnos a no convertirnos en máquinas o en criminales.
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