La montaña no envidia al río ni el río al mar.
El viento no envidia al fuego ni el fuego al desierto.
Cada cual es lo que es.
El envidiar a otro es un rasgo del ser humano.
Envidiar es no haber descubierto que cada cual
es en sí mismo y de manera original, un buen ser humano.
Tal vez, por eso, un día escuché:
"...ten cuidado con lo que deseas-dijo la montaña al río-
ninguna montaña se ha desgastado por un río.
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