martes, 15 de mayo de 2007


Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera



Rezar con los pies

Tan vieja como la historia humana es la historia de caminar, preregrinar hasta un lugar tenido como sagrado, amado, espléndido. Los lugares de peregrinación nacen del anhelo humano de unirse y fusionarse en una experiencia espiritual que puede ser estética.amorosa y religiosa. Así pues los seres humanos visitan lugares predilectos como Jerusalén, Roma o Compostella,La Meca o el manantial donde nace el sagrado Río Ganges. Pero también se peregrina en la cordillera de los Himalayas o en Macchu Picchu o se camina entre las dunas del desierto.
Un día le preguntaron a un peregrino que anduvo más de 2400 Km. para llegar a su destino por el sentido de su peregrinar y el dijo: Descubrí que peregrinar es rezar con los pies, en cada paso.

Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera


Alto contraste


Por un lado está la publicidad que muestra en anuncios espectaculares en las autopistas así como en televisión un mundo de absoluta felicidad. Mires usted esas sonrisas con dientes blancos como las nieve de los alpes. Vea usted esas cabelleras doradas que ondulan bajo el sol. Observe cuerpos delineados, esbeltos, bronceados, atléticos sin ápice de grasa o defectos observables como una arruga aquí o un lunar. Le siguen los infinitos comerciales de niños felices comiendo hamburguesas junto a su perro labrador recién bañado y mujeres exhibiendo su lencería de seda glamorosa.Todo ellos es algo de un mundo ideal y no se diga de automóviles, relojes, trajes y equipos deportivos pasando por vinos servidos en grandes copas.Por el otro lado está el consumidor que cada día se siente más lejano de todo ese mundo inventado como el mago que saca al conejo de su sombrero. El consumidor medio ,se siente en la antítesis de ese mundo, se queja de que esta gorda, chaparra, morena, que vive en donde pintan con graffiti su casa y los perros se comen las sobras de las bolsas de plástico que son una nube y el puente a desnivel con su incansable tráfico de vehículos le deja el hollín hasta en los dientes.Qué abismo entre el anuncio del carro BMW con una pareja feliz y deportiva con la realidad de ir apretujado en el metro sumergido en el baño de sudores y el infaltable vendedor de discos compactos piratas que sonríe y canta: ¿10 pesitos le cuesta, diez pesitos le vale o dos por 15, cómo la ve?. Mientras escribo estas líneas veo como los vientos del final de invierno forman remolinos decorados con empaques de huevo, bolsas de plástico, botellas de refrescos y rodadoras que bailan desafanadamente. Como el viento es señor omnipotente en los cielos, quién sabe si esta basura que veo en el desierto nos llega desde Nueva York, Tepito o Sydney.

Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera


La rama y la piedra

Allá, en el sur donde llueve, hay una costumbre maravillosa. Entre los más viejos de una comunidad cada cual tiene su función y oficio en la comunidad. Uno de ellos es Don Matías el granicero, el que conoce los cielos y advierte a la comunidad de la venida del granizo. El granicero se relaciona con el agua, el viento y el cielo para proteger a los elotitos de la milpa. El granicero suelen tener alguna piedra grande negra y brillante cerca de los campos. A ella, que guarda las confidencias y ruegos de generación en generación, se le toma como un ser vivo y lleno de energía que recibe las preocupaciones humanas y se las trasmite al sol y al cielo en el día y a la luna y las estrellas en la noche.

Don Matías procede, tres veces en el año, a ramear la piedra.Es una verdadera caricia amorosa que se hace con una atadito de ramas para que la piedra eleve el mensaje de la comunidad. La comunidad coloca ofrendas de fruta fresca y jarritos con agua clara sobre la piedra, cantan y rezan. Alguna vez, Don Matías me comentó: con mayor razón si no tienen una piedra llévese una y póngala de cuidadora y guardiana cerca de su huerta y raméela con cariño, para que el granizo se vaya pa´ otro rumbo y no le dañe su frutita.

Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera



Guardando el silencio



Decía una maestra a sus estudiantes -en una escuela polvorienta de estas tierras- que una cosa es proferir sonidos articulados y otra cosa es saber leer o hablar con propiedad. Hay días en que los humanos nos encontramos en la dimensión de los sonidos y no somos capaces de articular palabras con sentido.Esos días pueden deberse al cansancio, fastidio, aburrimiento y otras especies del ánimo. Cuando eso sucede aún me ha ayudado recordar unas palabras dichas hace más de 2500 años, que me han ayudado mucho:

Cuando no tengas nada importante que decir
guarda el silencio
si no puedes mejorar lo dicho por otros
guarda el silencio.

- Inspirado por Siddharta Gautama