martes, 15 de mayo de 2007


Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera


La rama y la piedra

Allá, en el sur donde llueve, hay una costumbre maravillosa. Entre los más viejos de una comunidad cada cual tiene su función y oficio en la comunidad. Uno de ellos es Don Matías el granicero, el que conoce los cielos y advierte a la comunidad de la venida del granizo. El granicero se relaciona con el agua, el viento y el cielo para proteger a los elotitos de la milpa. El granicero suelen tener alguna piedra grande negra y brillante cerca de los campos. A ella, que guarda las confidencias y ruegos de generación en generación, se le toma como un ser vivo y lleno de energía que recibe las preocupaciones humanas y se las trasmite al sol y al cielo en el día y a la luna y las estrellas en la noche.

Don Matías procede, tres veces en el año, a ramear la piedra.Es una verdadera caricia amorosa que se hace con una atadito de ramas para que la piedra eleve el mensaje de la comunidad. La comunidad coloca ofrendas de fruta fresca y jarritos con agua clara sobre la piedra, cantan y rezan. Alguna vez, Don Matías me comentó: con mayor razón si no tienen una piedra llévese una y póngala de cuidadora y guardiana cerca de su huerta y raméela con cariño, para que el granizo se vaya pa´ otro rumbo y no le dañe su frutita.

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