Cartas del Desierto
Guillermo Pareja Herrera
Ese oxígeno
Mientras escribo el mundo sigue patas arriba .Los jugadores estrella y los estrellados compiten por el premio mayor en Alemania pateando al baloncito blanco. Cientos de millones de seres humanos estamos con el regocijo-sufrimiento del deporte más extendido en el planeta. Al mismo tiempo, hay sueños convertidos en pesadillas alrededor del mundo. Unas milicias palestinas han secuestrado a un soldado israelita pero los civiles están pagando, por la revancha, un precio altísimo en asedio y hambre. Irán se resiste a que las potencias nucleares le impongan sus condiciones sobre cómo manejar sus materiales nucleares. Por su parte Corea del Norte pretende probar un cohete militar que alerta a quienes tienen el monopolio atómico. La corte suprema de justicia de Estados Unidos decreta que es ilegal la permanencia de los prisioneros árabes en Guantánamo, una afrenta para la humanidad. En África siguen las muertes por las epidemias, las guerras, la sequía. Veo ,con asombro, que el estadio de fútbol de Hamburgo tiene pasto en rollo traído de Holanda, cambiado tres veces por año y mantenido con calefacción bajo tierra y lámparas poderosas de luz por encima para semejar al sol, guiadas por computadoras. Estamos en la magia cuadrienal donde todo se reduce a 22 muchachos que van en pos de un baloncito de cuero blanco cuyo único sentido final es que entre en la portería opuesta. Y en esa danza hipnótica se pasan los días, se olvidan deudas, compromisos y nuestra productividad entra en hibernación. Para unos, este deporte es el negocio de su vida, para otros es una empresa millonaria transnacional, para muchos un honor nacional en juego. Mas, para pocos, es un jogo bonito, es decir, un encuentro donde no hay más que jugar con alegría, sin justificaciones. Ojalá así sea nuestra vida en otros momentos. Estos juegos-respiro son cada 4 años para que el planeta no se asfixie.
Guillermo Pareja Herrera
Ese oxígeno
Mientras escribo el mundo sigue patas arriba .Los jugadores estrella y los estrellados compiten por el premio mayor en Alemania pateando al baloncito blanco. Cientos de millones de seres humanos estamos con el regocijo-sufrimiento del deporte más extendido en el planeta. Al mismo tiempo, hay sueños convertidos en pesadillas alrededor del mundo. Unas milicias palestinas han secuestrado a un soldado israelita pero los civiles están pagando, por la revancha, un precio altísimo en asedio y hambre. Irán se resiste a que las potencias nucleares le impongan sus condiciones sobre cómo manejar sus materiales nucleares. Por su parte Corea del Norte pretende probar un cohete militar que alerta a quienes tienen el monopolio atómico. La corte suprema de justicia de Estados Unidos decreta que es ilegal la permanencia de los prisioneros árabes en Guantánamo, una afrenta para la humanidad. En África siguen las muertes por las epidemias, las guerras, la sequía. Veo ,con asombro, que el estadio de fútbol de Hamburgo tiene pasto en rollo traído de Holanda, cambiado tres veces por año y mantenido con calefacción bajo tierra y lámparas poderosas de luz por encima para semejar al sol, guiadas por computadoras. Estamos en la magia cuadrienal donde todo se reduce a 22 muchachos que van en pos de un baloncito de cuero blanco cuyo único sentido final es que entre en la portería opuesta. Y en esa danza hipnótica se pasan los días, se olvidan deudas, compromisos y nuestra productividad entra en hibernación. Para unos, este deporte es el negocio de su vida, para otros es una empresa millonaria transnacional, para muchos un honor nacional en juego. Mas, para pocos, es un jogo bonito, es decir, un encuentro donde no hay más que jugar con alegría, sin justificaciones. Ojalá así sea nuestra vida en otros momentos. Estos juegos-respiro son cada 4 años para que el planeta no se asfixie.
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