jueves, 3 de agosto de 2006

Cartas del Desierto

Guillermo Pareja Herrera

La vaca

La vaca es la mansedumbre, el silencio. La vaca es femenina y masculina, es todo. Desde que conocí la pintura de Marc Chagall me sentí atraído por la presencia constante de la vaca en su trabajo. La clave de interpretación de este simbolismo está en la memoria de los años infantiles de Chagall narrados así: Cuando observaba a mi padre debajo de la lámpara, soñaba con cielos y cuerpos celestes, mucho más allá de nuestra calle. Toda la poesía de la vida se condensaba en la tristeza y el silencio de mi padre. Allí estaba la fuente inagotable de mis sueños: mi padre comparable con la vaca inmóvil, taciturna y callada sobre el tejado de la choza. Chagall el niño, en su humilde aldea de Vitebsk, Bielorrusia, ve a través de la grandeza sencilla de su padre los cielos y los astros, anuncio de su futuro viajar por el mundo. La tristeza taciturna y el silencio en un padre de finos rasgos que pasó su vida empacando arenques salados, cuidando a ocho hijos y su mujer. El padre, madre, hermanos y hermanas, su aldea, las raíces inolvidables de su pintura. Casi siempre hay un animal simbólico en la vida de cada ser humano porque los animales de agua, de tierra o de aire son los espejos en los que nos vemos para descubrir las cualidades que nos acompañan en la vida. La vaca es la mansedumbre y el silencio.

- Inspirado e Marc Chagall. Mi vida

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