Todos cometemos errores.
Todos lastimamos y somos lastimados.
Pocos hemos aprendido a pedir ser perdonados y a conceder perdón.
Bordando sobre este tema encontré una servilleta de papel doblada
en mi café de, casi siempre, y decía ésto que no me ha abandonado:
Cuando el mar inunda tus ojos
naufrago en él,
naufrago y quedo desnudo
en harapos ante ti.
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