Pepe, uno de mis mejores amigos, se entretenía en las aburridas clases de la universidad escribiendo mensajes en pedacitos de papel para su novia de toda la vida. Su estilo me divertía y no pocas veces me hizo reventar de risa en media clase. Un día me pasó una invitación para su novia que decía así:
¡Después de tanto, me he dado cuenta de que conocerte es un infierno... así que, hagamos diabluras!
¡Después de tanto, me he dado cuenta de que conocerte es un infierno... así que, hagamos diabluras!
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