martes, 31 de marzo de 2009

Mundo en confusión y sombras


Una característica generalizada en los gobiernos del siglo 21 es el uso sistemático de la mentira que funciona como polvareda en el desierto, como humo de chimenea, como niebla en la selva. La mentira se aplica para alcanzar los verdaderos propósitos, movidos por intenciones impublicables que tienen que ver, en la mayor parte de los casos, con el enriquecimiento personal del gobernante en turno y de los grupos que de poder económico que lo pusieron en el poder a través del despliegue de las cada vez más millonarias campañas de publicidad. ¿Nos suena conocido y familiar? Claro que sí. Es es la práctica común en el 98% de la democracias contemporáneas. Cuando escuchamos o leemos de bienestar entendemos miseria y el empleo en verdad es desempleo y la seguridad es un conjunto de medidas represivas contra los civiles. El estado de derecho es para justificar lo chueco y torcido. La austeridad del gobierno es la cereza del pastel del cinismo. Cada año todos los funcionarios de las democracias se aumentan los sueldos estratosféricamente. La inacción ante los problemas de fondo de llama acción y los fracasos se maquillan de logros. Ahora a la corrupción se le llama rendición de cuentas y transparencia y la soberanía nacional es sólo un servilismo a la Potencia. En cada crisis se dice que todo está bajo control y la nación duerme en paz. La paz de los muertos. Pareciera que el mundo y sus problemas es sólo un asunto menor de semántica, malabarismo en las palabras y recurrir sistemáticamente a la negación.

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