La vida es una sucesión de encuentros, salpicada de desencuentros. Pero no vayamos rápido. Hay encuentros que cambian la vida en 5 minutos e igual son bendición, desconcierto o tragedia. El resultado final nunca se sabe de inmediato sino en lontananza cuando han pasado muchas lunas y ha corrido mucha agua bajo el puente. El tiempo transcurrido crea bruma y neblina en los ojos de la memoria y cuando nos encontramos con los quereres y amores de nuestra vida no encontramos a mano ni las palabras, ni las imágenes que digan de nosotros, que den cuenta de qué vivimos y en qué mundo habitamos. Me ha emocionado recordar esta tarde a Bertold Brecht quien dijo: Me parezco al que llevaba un ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa.
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