lunes, 26 de octubre de 2009

Las mil y las diez mil


Hay dos realidades que me tienen encantado, casi hipnotizado desde niño. La primera es haber leído Las mil y una noches que me reveló que la palabra Mil es igual que decir infinito. La segunda realidad es haber descubierto que los antiguos chinos, consideran que éste es el mundo de las 10.000 cosas. ¿Por qué? Porque para que algo suceda en nuestras vidas no se da una sucesión en línea recta geométrica de cusa y efecto sino algo más complejo. Se dan 10,000 relaciones simultáneas que hacen que la relación de una causa con su efecto sea algo muy simple. Decir 10 mil cosas es como decir infinito. Además no se da una diferencia entre el cielo y la tierra, entre el macrocosmos y el microcosmos. Somos un todo orgánico, no existen fronteras entre el ser humano y el universo en que se desarrolla su vida. La conexión entre dos acontecimientos no es para ellos de causa a efecto, sino de homología entre dos fenómenos que ocurran en el mismo instante. Por eso, preguntar ¿Estoy triste porque el cielo está nublado, o está nublado el cielo porque estoy triste? no tiene sentido para la visión china oriental que es integradora y compleja. Todo lo dicho, medianamente, se cumple en el amor humano. Un aparente y simple encuentro que cambia nuestra vida en una profundidad y altura insospechada, comenzó de manera simplísima, aparentemente, pues andado por la calle un tal y buen Julio levantó del suelo el arete de una tal y buena llamada Maga -que se le desprendió mientras se acicalaba el cabello bajo el aire otoñal impetuoso. Ahí concurrió el mundo de las 10,000 cosas que se transformó en Las mil y una noches…

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