Huellas de nuestro pasado en el desierto son las puntas de flecha. Trozos de la piel de nuestro planeta fueron tallados pacientemente .Esa puntas de flecha trajeron alimento a los hombres y mujeres de estas tierras. Después se convirtieron en instrumentos para salvarse de los peligros y ataques. Alguna vez fueron empleadas para diversión en el tiro al blanco. Esas puntas de flecha tienen memoria e historia en cada una de sus moléculas. Al contemplarlas largamente ha venido a mi mente un hermoso texto de José Emilio Pacheco que vi en un museo nuestro, junto a unas puntas de flecha precisamente: No importa que la flecha no alcance el blanco. Mejor así. No capturar ninguna presa. No hacerle daño a nadie. Pues lo importante es el vuelo, la trayectoria, el impulso, el tramo de aire recorrido en su ascenso, la oscuridad que desaloja al clavarse, vibrante, en la extensión de la nada.
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