Un viejo profesor de química orgánica puso un examen a sus alumnos en diciembre y tenía por costumbre revisar el salón por si sus estudiantes de secundaria hubieran dejado olvidado algo. En una ocasión encontró un acordeón , es decir, un papelito plegado ,escrito minuciosamente con fórmulas químicas que los estudiantes hacían para ayudarse en los exámenes –lo cual se consideraba como una falta equivalente a copiarle a otro compañero. Lo sorprendente es que en la otra cara del acordeón se leía: María, después de este examen no nos veremos hasta abril y sólo deseo que tus largos cabellos sean tan largos para que amarres mi alma a ti.
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