lunes, 16 de mayo de 2011

Poner a prueba

Decimos que el día se divide en día y noche o que el día está formado por la sucesión de día y noche. Lo que olvidamos es que hay un punto intermedio de transición llamado por unos: penumbra, aurora, claroscuro, entreluces etc. Este punto puede servirnos, metafóricamente,  para considerar a esa transición como un momento de reflexión, un momento para ejercer la crítica, es decir, ponderar la validez o verdad de una afirmación, de un principio, de una ley. Una característica de la forma de pensar en estos días es la preferencia por las opiniones, afirmaciones y juicios categóricos como si la realidad fuera blanca o negra, buena o mala. La realidad como el día incluye esa área de sombra o semi claridad en la que hemos de detenernos. No hacerlo es perder una oportunidad para honrar a nuestra inteligencia –en el mejor de los casos- o abonar al crecimiento de un hábito mental llamado pereza intelectual. Hace un par de milenios Confucio detectó esta condición humana y puntualizó: Cuando todos hablan mal de algo, examínalo bien. Cuando todos hablan bien de algo, examínalo bien. La disciplina intelectual pide de nosotros ejercer nuestra habilidad para  examinar y poner a prueba todo aquello  -cosas, personas e ideas-  que nuestro entusiasmo o aversión  repentinos nos lleva a olvidarnos que existe un momento de transición entre  la noche y el día.

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