jueves, 29 de septiembre de 2011

Espadas


La lista de espadas famosas es innumerable. Sé que quedan muchas fuera de mi memoria pero comencemos con la espada de Damocles y la de Atila, la espada del gran Carlomagno y la del Cid sin dejar a Excalibur, la del Rey Arturo y  la del último rey moro. En nuestra América la más célebre espada es la del mayúsculo Libertador de Argentina, Chile y Perú Don José de San Martín quien supo, sabiamente, el para qué de la espada. La espada ha de estar en una mano firme que no sea cruel sino valiente y justa. A él se atribuye la frase: La espada, no la desenvaines sin necesidad y si la guardas, que sea con honor. Además fue el Libertador quien mejor entendió que quien tiene a la espada por la empuñadura ha de estar consciente que la espada  corta pero no se corta a sí misma, como el ojo humano  ve pero no se ve a sí mismo o la mano que se extiende pero no se da a sí misma. Esta consideración refiere a la cualidad específicamente humana de estar diseñados para ir más allá de nosotros mismos y darnos a los demás seres vivos bajo formas diversas de bondad, de solidaridad y de servicio.




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