Al don de la palabra le vienen diversos oficios. Uno es capaz de escribir un verso y otro escribirá una novela o un cuento breve. Escribir es, finalmente, vivir como oyente de la palabra en lo interior de sí mismo. Rainer María Rilke[1] lo describe así: “Para escribir un solo verso es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas [...] Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de gritos de parturientas y de leves, blancas, durmientes paridas que se cierran. Es necesario haber estado al lado de los moribundos, haber permanecido sentado junto a los muertos, en las habitaciones con las ventanas abiertas y los ruidos que vienen a golpes. Y tampoco basta tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar a que vuelvan. Pues lo recuerdos mismos no son aún esto. Hasta que no se convierten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un verso.” Poco o nada hay que añadir.Coincido en que primero es vivir y luego hacer verso o en sabiduría ranchera: una cosa es tararear y otra cosa es con guitarra.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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