viernes, 7 de octubre de 2011

Fanatismo, idiotez o cobardía

Mucho se ha escrito sobre el pensar como una de las acciones de privilegio que tenemos los seres de la especie llamada humana y cómo aprovechar el pensamiento y los pensamientos para construir nuestra vidas, nuestra historia en común. La escuela se nos presentó, desde niños, como el lugar para aprender a pensar. Cuando no ejercitamos el privilegio y la responsabilidad de pensar -antes de actuar- se nos llamaba la atención. Una de las alabanzas más frecuentes es destacar la capacidad de pensar con ciertos adjetivos como claridad, coherencia, precisión y otros atributos emocionales y éticos como pensar con bondad, con rectitud etc. Por todo lo anterior comprendo que uno de esos profesores que dejan huella en la etapa formativa de los estudiantes –que fuimos- nos sorprendió con esta frase que la dejó a nuestra consideración. Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde. Dicho sea de paso, esta expresión no ha perdido vigencia y está presente en  mi vida.

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