martes, 4 de octubre de 2011

Las de Angola

Largo, larguísimo viaje hizo el marfil del anónimo elefante. Colmillo trabajado en tierras lejanas convertido en piezas del caballeresco juego, del silencioso juego. Callado tablero, calladas piezas hospedadas largamente en la lujosa tienda para lujosos gustos. Las piezas no saben que son piezas, no saben que de marfil están hechas. Ignoran las jugadas maestras del maestro juego y desconocen por completo la mente que sueña cada jugada en el tablero. Ellas, al dormir, en un cajón sólo escuchan el murmullo del viento de la lejana sabana angolense de Quicama.

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