miércoles, 19 de octubre de 2011

Sobremesa

En el desierto germinan y crecen buenos conversadores.Del hogar paterno que habita cálido en mi memoria conservo la sobremesa con su rumor de mar que va y viene y acarrea temas, lugares, personas, evocaciones, intercambios, opiniones, risas, sonrisas, debate. ¿Y cómo no, cuando de diario fuimos 10 a la mesa? La sobremesa es el taller donde aprendí a conversar, a decir en breve lo necesario y sobretodo, fue mi escuela para aprender a escuchar. Hoy cuando hemos volteado el siglo ese rumor me llega hermanado a lo que el buen Jorge Luis dijo de sí: “…he sido un vacilante conversador y un buen auditor.”[1] Ahí se resume el arte de convivir









[1] Prólogo.La Moneda de Hierro,1976

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