martes, 8 de noviembre de 2011

De eternidades

Me fue muy difícil imaginar a mi propio padre y madre siendo niños, cuando yo fui un niño como lo fueron ellos en otro tiempo.  He descubierto que hay una lista nutrida de personas y de cosas que se me antojan inmutables o sin origen o también inmortales o impermanentes. Sabemos que la realidad es diametralmente opuesta. Un ejemplo sencillo y diáfano deviene de la certeza que encierra la afirmación que sostiene: todo rincón poblado del mundo en forma de gran ciudad, algún día fue una gran  llanura o un valle solo o desolado hasta que el ser humano dejo su primera huella. Algunas ciudades conservan de boca en boca su rica mitología fundacional  y son pocas las que presumen de documentos fehacientes. Por todo lo dicho, se me hace deliciosa una expresión espontanea de Jorge Luis Borges cuando le preguntaron sobre la fundación de su ciudad natal: A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua o el aire  -tal vez de ahí viene su magia de ser una parte del mundo donde siempre han soplado buenos aires. 







1 comentario:

Enrique Adúriz dijo...

Querido Guillermo,
Doy fe que tú contribuyes mucho con tus venidas por aquí a que soplen buenos aires.

Un muy cordial abrazo, de tu amigo porteño Enrique A.