domingo, 20 de noviembre de 2011

Un fragmento

Un occidental como Edwin Arnold anduvo en el oriente y volvió enriquecido. Al partir de este mundo nos dejó como regalo un largo poema  y  de él les comparto un fragmento que fue citado por un  sencillo hombre  -alcalde de un pueblo el día que  aceptó su cargo: … la espada vuelve contra aquel que la usó (…) el juez injusto ata él mismo las manos del que pudiera defenderle (…) la lengua que mintió, de su mentira muere y el ladrón y asaltante luego ha de ser robado y asaltado.[1] Este texto es un recordatorio de un principio de vida, válido para todo ser humano, apegado al más puro espíritu científico donde toda acción humana tiene consecuencias tarde o temprano.









[1] Edwin Arnold . La luz de Asia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y es lo mejor que te puede pasaar
pues entonces se cierra el circulo y te liberas