miércoles, 4 de enero de 2012

Una trilogía trabajadora

Termitas, hormigas, abejas.Un día recibieron la orden perfecta para el trabajo perfecto y no han fallado, no se han equivocado, no se han distraído, no se han esoberbecido.Son asiduas trabajadoras que desde que el sol amanece hasta que el sol se va a dormir, trabajan afanosamente, educadamente, tenazmente. Las termitas taladran, perforan túneles, devoran implacablemente y de pronto la pesada e inexpugnable estructura llámese árbol, puente, barco, silla, mesa se desploma, se disuelve y deja una silencio de polvo y recuerdo. Las hormigas tienen vocación de mineras, pues todo el fruto de su trabajo es guardado celosamente en túneles abrigados y ajenos  a la mirada  humana y aunque se hacen invisibles en el invierno sólo es para reaparecer con un vigor  admirable en primavera. Las abejas nos recuerdan la perfección de su milenario programa. Casas hexagonales  armoniosas, dulces como el mejor hogar. No han cedido a la tentación del rascacielos ni del iglú, el minarete o el castillo. Ellas forman comunidades de vida, propósito y destino. Nosotros, los humanos, diferentes a esta trilogía trabajadora, tenemos la tarea laberíntica de prepararnos para aprender un oficio, practicarlo, aplicarlo y después descubrir el para qué vivir, con quién  y cómo vivir. Además, cuánto nos duele cuando el terremoto, el huracán, el tifón, el incendio termina con nuestras aldeas, pueblos y ciudades y en medio de esa catástrofe la trilogía laborante sigue, de sol a sol en su trabajo, afanosamente, educadamente, tenazmente.






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