miércoles, 28 de marzo de 2012

Turismo

Dunquerque
La industria emblemática de la segunda mitad del siglo 20 y lo que llevamos de este siglo es el Turismo.  Palabra ésta que se ha instalado en todos los idiomas y nos sugiere dar la vuelta y, de vuelta en vuelta, darle la vuelta al mundo. Cada cual hace su tour  y es el turista que decide ser.  Mas la piel de nuestro planeta sigue su curso y cada año muestra sus cuatro estaciones hasta el punto en que los turistas  -bien a bien-  no saben ni dónde están parados ni que sucedió bajo sus pies. Así tenemos que, casi no hay lugar de este mundo donde no se haya tenido una batalla con esa sangre que, tan pronto como brotó, fue bebida por las moscas y se secó al sol. En esos mismos lugares  -que más da si es Paris, Baviera, Cracovia o Ayacucho – la hierba crece bajo nuestros pies, el sol sale y se pone, las estrellas brillan, los jóvenes se enamoran y un hombre que se frota las manos  invernales ofrece salchichas calientes untadas con mostaza, mayonesa y salsa de tomate. El mundo es el mundo, la natura se olvida de nuestras batallas, de nuestras cobardías, fracasos y glorias efímeras de los  llamados vencedores. El rincón oscuro de la solemne catedral, del arco del triunfo o de la docta universidad en la vieja Europa o en la emergente América es el refugio oscuro para que los adolescentes, hinchados de cerveza, orinen. Sic transit gloria mundi. Hoy levanto la mirada y en los azules cielos me sobrevuela una alondra quien, calladita, me hace un guiño y sonrío.  

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