miércoles, 18 de abril de 2012

Tragedia


Nací en la prehistoria de la cibernética, sin duda, y es muy simpático recordarlo. Una casa con un solo teléfono para 10 de familia, un solo aparato de radio con bulbos y la paciencia para que calentaran y escuchar las noticias de ultramar que daban cuenta de la guerra en Corea ,de las hazañas de Juan Manuel Fangio o de la asombrosa Araña Negra Yashin.  –Si no saben a qué me refiero los invito cordialmente a Wikipaedia-   Me quedo con un viejo teléfono sueco Ericsson -pesado como un ladrillo y con acerado disco para marcar los números mientras el cordón forrado de tela se enredaba en nuestros dedos. Hoy ,de ese mundo, tenemos la versión diminuta ,ultra plana, ultra ligera, ultra brillante del llamado teléfono inteligente o Smartphone -como anglicismo. El teléfono inteligente de hoy es toda una oficina que se comunica al mundo entero a través del espacio en segundos, toma fotografías, graba la voz humana, reproduce canciones, es aparato de radio, agenda, directorio para cientos de contactos, calculadora, secretaria personal y además se desliza discreta y suavemente en el bolsillo más pequeño del saco, los jeans o la blusa. Es tanto lo que va en esos telefonitos que una muchacha exclamó :Hoy es más tragedia perder mi iPhone que perder la virginidad.[1] ¿Qué ha cambiado en nuestra manera de apreciar la utilidad de  los inventos...?


[1] Inspirado por el Tweet de una muchacha,2012.

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