sábado, 16 de junio de 2012

Tambor-corazón





Desde que se inventó el registro de la voz humana nacieron las palabras escritas. Con la palabra escrita se acrecentó la costumbre de guardar y respaldar a la memoria colectiva e individual. Después nacieron y se multiplicaron los libros. Nacieron y se multiplicaron los aparatos para escribir y guardar a la palabra escrita. Nació la memoria electrónica y los aparatos para protegerla hasta lo que conocemos en este siglo 21.Memoria que puede conservar desde una pulsación o byte hasta algunos terabytes o sea millones y millones de millones de pulsaciones que nuestra mente no puede representar .Pareciera que cada día la memoria humana depende más de los aparatos que conservan a nuestros datos, fechas, cifras, imágenes,  sonidos y combinación de todos ellos. Después de esta ola desbordada creo vislumbrar lo básico del asunto. Los primeros seres humanos tenían a mano la memoria del corazón que guarda lo poco, lo valioso, lo significante. Y cuando llegue el momento, ese instante de partir sólo importará lo que le escuché  a Miguelito  -mi amigo: Los recuerdos reales, no están en las fotos, están en el corazón. No están en los discos duros, ni el las USB ni en las bibliotecas o fototecas. Los recuerdos se hallan contentos  dentro de ese pequeño tambor-corazón que aún marcha,  camina, marca el paso, se alegra, tamborilea, silva, ríe…y gusta de caminar  un buen paseo cada día.


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