martes, 23 de octubre de 2012

Mirada y asombro





Para los adultos como para los niños nos es fácil imaginar cómo es otro ser humano por dentro, más allá de sus apariencias. El asunto se complica para nuestra imaginación y para nuestra sensibilidad cuando tratamos de imaginar las cualidades interiores de un ser humano cuando su exterior esta destruido parcial o totalmente por una discapacidad. Difícil es imaginar el mundo de un ciego, de un quemado, de un paralítico con distrofia muscular y así otros tantos padecimientos. Por tanto, la práctica de la verdadera y plena creatividad ha de estar encaminada a que podamos redescubrir la riqueza y la nobleza de los paisajes humanos interiores más allá de la primera barrera a nuestra imaginación que es la corporalidad, el cuerpo lastimado. Una mezcla de mirada, y genuina compasión serán indispensables para nuestra imaginación. Dijo hace poco el buen Pepe Gordon: Todo niño es un gran imaginante y todo imaginante tiene despierta la capacidad de asombro del niño.

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