Un buen amigo se dedicó a coleccionar epitafios célebres: Baste recordar que
la palabra viene de epi, sobre y taphos, tumba,sepulcro -en griego. Una inscripción escrita
previamente por el fallecido o por
alguien sobre una tercera amada persona.
El buen poeta Max Herman[1],
nos regaló su sabio epitafio: Regresando a casa.-
Todos somos barcos regresando a casa
cargados
con la experiencia de la vida,
recuerdos de trabajo, buenos tiempos y
lamentos,
cada uno con su carga especial;
y es nuestro destino
común
mostrar las marcas del viaje,
aquí una proa hecha pedazos,
allí un aparejo remendado,
y todos los cascos ennegrecidos
por el
incesante golpe de la agitada ola.
Ojalá estemos agradecidos por el buen
tiempo y los mares serenos,
y en época de tormenta tengamos el coraje
y
la paciencia que distinguen a todo buen marinero;
y, sobre todo, ojalá
tengamos la jubilosa esperanza de alegres encuentros,
cuando nuestro
barco lance finalmente su ancla
en las dormidas aguas de la eterna
bahía.
Dicen los geólogos que nuestro amado desierto fue fondo marino hace
millones de años y huella de ellos son los grandes arenales, fósiles y dunas
que nos envuelven con su suave silencio, su murmullo incesante .Tal vez ,por
eso, nuestro sabios rancheros me sorprendieron en estas tierras con la sabia
expresión: ¿Cómo está usted Esteban? Pos aquí
andamos, navegando, navegando. Toda vida es una navegación ,toda vida es la
de un marino.
Esa es la sabiduría que se ha quedado en el desierto.
[1] Max Ehrmann, poeta estadounidense.
Terre Haute, Indiana, 26-09-1872; id.,
09-09-1945.
Highland Lawn Cemetery. Terre Haute.
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