Allá, en las sierras cordobesas en la
Cumbrecita, entre el arroyo y las piedras junto a un breve puente hecho de
troncos fui encontrado por Li Po quien
desde la lejanía en el tiempo y el espacio apareció en la sierra hecho un
cartelito que decía:
Ni
el agua que transcurre torna a su manantial
Ni
la flor desprendida de su tallo
Vuelve
jamás al árbol que la dejó caer.
Una forma de felicidad es que el pasado, lo
lejano, oriente y occidente coinciden en un instante y hacen lo UNO -como me sucedió
en la sierra cordobesa.
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