La lapicera
o el lapicero, según se prefiera, nació para escribir. El lapicero o la
lapicera es como el gato que ronronea y pasa su
cola por entre mis piernas. La lapicera o lapicero se cuelga de nuestra
camisa con un ganchito o habita en un bolsillo cerca del corazón al calor del
corazón, al ritmo del corazón. Y cuando la lapicera o lapicero ya ha madurado
una idea, unas líneas, una pequeña prosa, una carta, salta directamente a mi mano y estoy escribiendo,
lo que después transcribo en este teclado, que deja en la penumbra tibia a mi lapicero o lapicera. Ahí, calladita, cocinará alguna nueva historia.
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