Nuestras vidas están rodeadas y envueltas por el cálido manto
de los inventos sencillos básicos, indispensables. Observemos la simplicidad de
la rueda, de un tenedor, una cuchara, un
plato hondo, un vaso …y una escoba. La escoba
que sólo ha transformado mínimamente sus
materiales originales pues su función real y metafórica sigue imperturbable. La
escoba en la cocina familiar, la escoba en la peluquería y levantando la viruta
en la carpintería. Escena indeleble de mi niñez, cada mañana la ancianita barriendo la vereda de su casa haciendo coro con la fuente de agua, los
jilgueros, las palomas, los gorriones.Un anciano carpintero budista le recomendó
a un principiante: cuando no sepas qué hacer, cuando te sientas aburrido…toma
la escoba y “ponte a barrer”, sí barrer de nuestra mente los pensamientos
ociosos, improductivos y alimentar aquellos que nos disponen para vivir ligeros,
con pocos apegos, con pocos sentimientos adversos.Barrer nuestra indolencia, enojos
y las palabras inútiles. Triste la casa, triste la vida que no tiene una
escobita detrás de la puerta…
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