lunes, 14 de septiembre de 2015

Sobre el desierto y los desiertos del mundo

Queridos amigos oyentes y lectores de estas Cartas del Desierto,

Muchas gracias , desde el corazón,  por sus mensajes, su compañía afectuosa y solidaria   con motivo de estos primeros 20 años escribiendo desde el desierto.

-Guillermo

Sobre el desierto y los desiertos del mundo


Courtesy of  my friend Michael Martin
Desde hace 4 mil quinientos millones de años en que se formó nuestro hogar/planeta  fue bajo el amparo de la luz solar nuestra estrella. Desde ese instante hubo día y su ausencia  -por rotación- llamada noche. Desde ese instante hubo lo que hoy llamamos eras, estaciones –por traslación alrededor durante 365 días. Desde entonces, en una alternancia de complementación se dieron las condiciones para que aparecieran zonas acuosas, zonas húmedas, zonas verdes y zonas áridas creando una suerte de armonía. Desde entonces los desiertos  albergaron sus propias formas de vida –plantas animales y un día apareció el ser humano adaptándose a ese medio peculiar-  Sólo el desierto blanco de los polos helados despierta tanto misterio como el desierto de terracota o tierra cocida por el sol. 

¿Qué le hace tan misterioso y atractivo ambivalentemente?  Tal vez hay una buena parte de percepción  que asume al desierto como lugar de no vida…cuando es todo lo contrario. La vida aparece y florece a pesar de las circunstancias. Y además florece la vida del espíritu.  Tres religiones monoteistas nacen en el desierto como el lugar donde el humano y Dios se hablan. En el desierto nacen los números, nace el método científico, florece la filosofía, la mística, la astronomía bajo los cielos claros y brillantes. En el desierto nace el aprecio por lo mínimo, por toda forma de vida. En el desierto se practican virtudes para la sobrevivencia es decir conductas disciplinadas  de día con día. La cadena de la vida halla su máxima expresión donde cada plantita se nutre y alimenta  a los seres que se mueven y entre ellos al ser humano. Hemos aprendido en el desierto a vivir con poco, a cuidar lo poco, a respetar lo poco comenzando por el agua. Los cinco sentidos florecen en el desierto y trabajan en armonía para ver las señales en el cielo y en la tierra  -en el lenguaje de la arena, del viento que nos habla al oido y la humedad  y sequedad que nos da mensajes en la piel, mientras el olfato sabe  identificar  los aromas que traen los vientos y las danza de las arenas.


Pese a ello la paz,el silencio del desierto tiene un grandísimo reto. Desde hace más de un siglo se descubrió que el desierto tenía bajo sus pies el oro líquido, el oro negro y por ese llamado bien ha brotado todo género de sufrimiento, guerras, dictaduras, exilios, migraciones. No hay día donde el desierto deje de ser noticia. Un bien codiciado por propios y ajenos.  No es el único reto, pero sí el más notable y violento y hoy no hay un sólo desierto en el llamado  Oriente Medio que viva en paz su presente y mire en paz su futuro. Subyace el ancestral “lo mío”, “lo tuyo”.  Es tiempo para que florezca “lo nuestro” y sentarnos a la mesa común para compartir el pan nuestro de cada día.

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