Queridos amigos oyentes y lectores de estas Cartas del
Desierto,
Muchas gracias , desde
el corazón, por sus mensajes, su compañía afectuosa y solidaria con motivo de estos primeros 20 años
escribiendo desde el desierto.
-Guillermo
Sobre el desierto y los desiertos del mundo
Courtesy of my friend Michael Martin |
¿Qué le hace tan misterioso y atractivo ambivalentemente? Tal vez hay una buena parte de
percepción que asume al desierto como
lugar de no vida…cuando es todo lo contrario. La vida aparece y florece a pesar de las circunstancias. Y además
florece la vida del espíritu. Tres
religiones monoteistas nacen en el desierto como el lugar donde el humano y
Dios se hablan. En el desierto nacen los números, nace el método científico,
florece la filosofía, la mística, la astronomía bajo los cielos claros y
brillantes. En el desierto nace el aprecio por lo mínimo, por toda forma de
vida. En el desierto se practican virtudes
para la sobrevivencia es decir conductas disciplinadas de día con día.
La cadena de la vida halla su máxima expresión donde cada plantita se nutre y alimenta a los seres que se mueven y entre ellos al ser
humano. Hemos aprendido en el desierto a vivir con poco, a cuidar lo poco, a
respetar lo poco comenzando por el agua. Los cinco sentidos florecen en el
desierto y trabajan en armonía para ver las señales en el cielo y en la tierra -en el lenguaje de la arena, del viento que
nos habla al oido y la humedad y
sequedad que nos da mensajes en la piel, mientras el olfato sabe identificar
los aromas que traen los vientos y las danza de las arenas.
Pese a ello la paz,el silencio del desierto tiene un
grandísimo reto. Desde hace más de un siglo se descubrió que el desierto tenía
bajo sus pies el oro líquido, el oro negro y por ese llamado bien ha brotado todo género de
sufrimiento, guerras, dictaduras, exilios, migraciones. No hay día donde el desierto deje de ser noticia. Un bien codiciado por propios y ajenos. No es el único reto, pero sí el más notable y
violento y hoy no hay un sólo desierto en el llamado Oriente Medio que viva en paz su presente y
mire en paz su futuro. Subyace el ancestral “lo mío”, “lo tuyo”. Es tiempo para que florezca “lo nuestro” y sentarnos a la mesa común para compartir el pan nuestro de cada día.
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