Los humanos estamos dados asufrir las consecuencias de nuestras percepciones . Ejemplos abundan como el célebre violinista que siendo ovacionado en el Carnegie Hall , mudó el traje de gala por unas pobres ropas y tocó junto a la puerta principal -mientras observaba que la gente pasaba de largo al ver su aspecto sin reparar en la belleza de su interpretación y sólo unos pocos escucharon con el alma más allá de las apariencias. Escena conmovedora que me recuerda a S Rushdie cuando anotó en una entrevista: “Las apariencias engañan, no hay que juzgar el libro por las tapas.” Así que triste quien menosprecia a los demás en cualquier aspecto de la vida.
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