jueves, 22 de junio de 2006

Cartas del Desierto
Guillermo Pareja Herrera

Ejercicio literario y coincidencia afortunada

Tuve un maestro de literatura creativo y sensible como pocos. Recuerdo un ejecicio literario inolvidable. Siguiendo el orden alfabético nos poníamos de pie junto a nuestro pupitre o mesa-banco con las distracciones e inquietudes de nuestros 14 años. Para despertar nuestra imaginación nos pedía decir en voz alta nuestro apellido y a continuación nos pedía lo siguiente: busca en tu memoria los nombres de dos plantas que comienzan con la letra inicial de tu apellido. Desde aquella ocasión la palmera y la parra fueron mis favoritas. El ejercicio tomaba otras formas y buscábamos nombres de ciudades, de países y animales, de metales y maderas. La palmera y la parra no se me olvidan. Andando los años cuánta no sería mi sorpresa al encontrar que mi querido J.L. Borges escribió un poema, hablando del jardín de la casa paterna y dijo lo siguiente:

Palmera la más alta de aquel cielo
y conventillo de gorriones;
parra firmamental de uva negra,
los días del verano dormían a tu sombra.

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