Cartas del Desierto
Guillermo Pareja Herrera
Los anónimos
Decía un vecino mío a gritos y entre copas: yo me siento orgulloso de lo que me llamo porque no le debo nada a nadie, ni favores, ni préstamos, nada. Me quedé pensando en ese sueño de la autosuficiencia humana. No hay mayor error, de percepción, que decir: yo me he hecho solo. La vida de la que presumimos nos fue dada. Paso simple y elemental en el que nosotros no participamos ni decidimos. Es indispensable recordar, pues, lo que un día dijo Bertold Brecht:
...En los libros figuran los nombres de los reyes. ¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra? Y Babilonia, destruida tantas veces, ¿quién la volvió a construir otras tantas?¿En qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron? La noche en que fue terminada la Muralla china, ¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió? ¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada, ¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida, la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban pidiendo ayuda a sus esclavos. El joven Alejandro conquistó la India. ¿El sólo? César venció a los galos. ¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero? Felipe II lloró al hundirse su flota. ¿No lloró nadie más?...
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